La Conferencia Constitucional de Chile aprobó la serie de “derechos fundamentales” en el texto del proyecto de constitución. Estos derechos sociales incluyen, entre otros, el derecho a la salud ya la seguridad social, el derecho a los derechos sindicales, el derecho a la huelga ya la negociación colectiva, y el derecho a una vivienda digna y adecuada.
Janice Menice Palma, coordinadora de la Comisión de Derechos Fundamentales, argumentó que la votación reflejó “un avance significativo en las demandas de muchas generaciones”. De hecho, esta votación marca la primera vez que los derechos sociales positivos serán incluidos en la constitución chilena.
Hoy, casi 50 años después de que los militares derrocaran al gobierno democráticamente electo de Salvador Allende, la conferencia constitucional de hoy ha retomado los asuntos pendientes de la revolución chilena. El llamado a la “dignidad” es importante e indica que votar en la conferencia es parte de una historia mucho más larga de la lucha chilena por una vida digna.
El descubrimiento de esta historia no solo nos da una mejor comprensión de las muchas generaciones de demandas que menciona Menisse, sino que también demuestra que después de 42 años de gobierno neoliberal, el pueblo chileno se ha comprometido a restaurar el poder estatal garantizando una vida digna.
Elegido en 1970, Allende prometió una revolución socialista incrustada en el sistema político pluralista del país: su gobierno usaría los medios de la democracia chilena para encaminar al país hacia el socialismo. A fines de 1971, las señales eran prometedoras: el gobierno había nacionalizado con éxito las minas del país por voto unánime en el Congreso, y la coalición gobernante había ganado varios años de elecciones.
Como descubrió el historiador Peter Vin, las políticas económicas keynesianas del gobierno crearon un beneficio diario definido para la gente, permitiendo que la mayoría de los cilianos compraran sábanas por primera vez en sus vidas.
La riqueza mineral del país
En julio de 1972, Allende se dirigió a una reunión de jóvenes chilenos en Santiago, con motivo del aniversario de la votación para nacionalizar los recursos minerales del país para servir a sus objetivos socialistas. “Nosotros no compramos nuestra dignidad, la ganamos con la lucha del pueblo”, declaró Allende. Continuó: “Estamos viviendo con dignidad ahora y seguiremos viviendo. No nos doblaremos, no nos romperemos.
Mientras Allende pronunciaba su discurso en el centro de Santiago, los trabajadores y residentes de los cinturones industriales de la ciudad comenzaron a organizarse de formas nuevas y creativas. En lugar de establecer sindicatos o sindicatos estructurados por oficio o industria, los trabajadores comenzaron a organizarse regionalmente.
Estas organizaciones de base, que operaban bajo el nombre de Cordones Industriales, buscaban coordinar un desarrollo industrial que superara la creciente oposición y permitiera al gobierno perseguir la transformación socialista del país.
Más tarde ese año, cuando la élite empresarial del país convirtió una huelga aislada de camioneros en el sur de Chile en un paro nacional conocido como huelga patronal, los Gordon se convirtieron en la primera línea de defensa del gobierno. Los trabajadores de Cordones de Santiago tomaron sus fábricas, reestructuraron la producción y desarrollaron nuevos patrones de distribución, lo que permitió al gobierno mantener un suministro adecuado de artículos de primera necesidad.
La historia de tal organización, conocida como Cordón Industrial Vicua Mackenna, ilustra la importancia de los cartones en la lucha por la dignidad.
Ubicada en el sureste de Santiago, la Zona Industrial Vicua Mackenna albergaba algunas de las industrias más grandes, antiguas e importantes de Santiago, como la Empresa Textil Sumar, la empresa de vidrio Cristaleras Chile y la metalúrgica Elecmetal, que introdujo el primer reactor eléctrico en América Latina. America. .
Trabajadores de 12 empresas participaban activamente en las operaciones directas de la tarjeta, que controlaba casi 7 kilómetros cuadrados de lo que la organización denominó “territorio laboral”.
En plena crisis de octubre, Cordón Vicua Mackenna emitió un comunicado argumentando que “es un delito que las minorías sigan utilizando las riquezas básicas de Chile, en lugar de brindar una vida digna a todos los chilenos”.
Los Cordones defendieron exitosamente al gobierno durante la huelga patronal. Pero no pudieron detener el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que terminó con el bombardeo del Palacio Presidencial y el golpe. La región de Vicua Mackenna ha sido testigo de intensos combates, y el trabajador textil local Miguel Salazar describió la “guerra” contra los insurgentes militares y las tropas civiles de choque como “el infierno en la tierra”.
Luego, entre octubre de 2019 y marzo de 2020, el pueblo chileno salió a las calles para exigir el fin del modelo político-económico dictatorial.
“¡Dignitat!” El grito de! Stalido sonó durante el levantamiento social, que vio la protesta más grande en la historia de Chile el 25 de octubre, cuando 1 millón de personas marcharon en Santiago a Plaza Italia, los manifestantes rebautizados como Plaza Dignitad. Con el 78 por ciento de los votos, el levantamiento logró presionar al gobierno para que celebrara un referéndum sobre la reescritura de la constitución.
A principios de 2020 hablé con integrantes de este movimiento en Plaza Dignit. Su movimiento no fue por la propuesta de subir el precio del transporte público, provocó oposición, pero, como me dijo alguien, fue una lucha contra los últimos 30 años: “No sun trenda bezos, son treinta aos” (no son 30 bezos, sus 30 años).
Este septiembre, el pueblo chileno acudirá nuevamente a las urnas para decidir si acepta el texto de la nueva constitución, que actualmente se encuentra en negociación. Si bien se desconoce el efecto, la inclusión de los derechos sociales representa una nueva etapa en la lucha por una vida digna, cumpliendo las últimas palabras de Allende: “Debemos construir una sociedad mejor… sobre Chile y su destino”.
Nicolás C. Scott tiene un doctorado en Historia Latinoamericana de la Universidad de Virginia, donde escribe una disertación sobre la historia del Área Industrial Vigua McKenna entre 1957 y 2010.
“Web friki. Wannabe pensador. Lector. Evangelista de viajes independiente. Aficionado a la cultura pop. Erudito musical certificado”.