Por Andrés Cogan Walterram
The Havana Times – repasando tanto la conferencia constitucional como el proyecto presentado, uno no puede dejar de asombrarse de lo participativo que fue este proceso constitucional – encontrando a Chile en un momento político sin precedentes, y allanando el camino para ello. país en las próximas décadas.
A primera vista, en cuanto a sus orígenes, la legitimidad democrática de este proceso sistémico es más evidente cuando es atacado por pequeños grupos de juristas o expertos respaldados por gobiernos autoritarios, más que por otros procesos políticos de cambio constitucional en Chile. Creó nuevas constituciones en un proceso antidemocrático (1833, 1925 y 1980).
En cuanto a la estructura de la Conferencia Constituyente, cabe destacar los espacios reservados a los pueblos indígenas, el enfoque de igualdad de género y la existencia de diversos grupos independientes, que verdaderamente sentaron las bases para una participación pluralista.
En relación con el mecanismo de participación de la Conferencia Constituyente, se tomaron diversas medidas para lograr que cada vez más ciudadanos formaran parte de este nuevo órgano, siempre iniciativas de las normas constitucionales, reuniones autoconvocadas, audiencias públicas obligatorias, foros de debate nacional, consejos comunales, consulta interna y consulta interina.
Como resultado, el enfoque de la conferencia en la construcción de una democracia participativa, por más participativa y diversa que sea, ha sido históricamente negado por departamentos que no confían en las personas que dicen representar en Chile. Veo esfuerzos derogatorios de la ley y el orden popular, mecanismos regionales de democracia directa, referéndums regionales y sociales, audiencias públicas, un referéndum de reforma constitucional y una reforma total de la Constitución a través de la Asamblea Constituyente.
Esta nueva constitución, si se aprueba el 4 de septiembre, nos brindará las herramientas reales para la participación ciudadana. Esto nos permitirá dialogar y tomar decisiones futuras que consideramos importantes en una variedad de áreas, incluyendo la salud, la educación, la crisis climática, la descentralización, la cultura y el modelo económico del país.
Además, son herramientas democráticas incorporadas en las constituciones de todo el mundo, incluida la ley de iniciativa popular. Chile es el único país en la práctica de la región donde no existe, lo que demuestra el carácter dictatorial y antidemocrático de las cartas impuestas hasta la fecha (3).
Ante ello, los críticos del proceso que se viene desarrollando bajo los auspicios de la Conferencia Constitucional a lo largo de estos meses se olvidan convenientemente de la experiencia internacional y de todos los mecanismos involucrados en la redacción de la Constitución, alegando ser una organización no dialogante. . Aparentemente, estamos mal acostumbrados a esta no participación en Chile porque somos parte de una democracia de mercado, de baja intensidad, subordinada a grandes grupos económicos y sin una participación ciudadana significativa.
Por eso es importante que la nueva constitución sea ratificada el 4 de septiembre, porque nos permitirá salir de este estado minimalista, que incluye a unos pocos, y pasar al nuevo estado (en términos de derecho e igualdad, con la región). , (perspectiva internacional y ecológica), está abierta a una democracia participativa basada en la devolución del poder y las políticas entre los ciudadanos.
Sin mirarlo así, la falta de confianza en la sociedad chilena, por su ineficiencia, es tal que siempre debe decidir todo un grupo de ilustrados, proceso que ha demostrado ser completamente inadecuado para los mayores desafíos. Cara como país.
Chile tiene una oportunidad histórica con la nueva constitución. Desperdiciar o rechazar esa oportunidad cerrará la oportunidad de que todos construyamos un país y abrirá todo un nuevo escenario que permitirá a los actores políticos y económicos de ciertos sectores abrazar el propio proceso político participativo que hemos ganado como país.
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