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BUENOS AIRES (Reuters) – Un fiscal federal argentino solicitó el lunes una sentencia de 12 años de prisión para Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta del país y actual vicepresidenta, por cargos de corrupción relacionados con obras públicas.
El fiscal general Diego Luciani acusó a Fernández de Kirchner, una voz aún influyente de la izquierda del gobernante partido peronista, de defraudar al Estado y de estar involucrada en un esquema para desviar fondos públicos durante la presidencia entre 2007 y 2015.
El veredicto se conocerá en unos meses, según medios locales, aunque Fernández de Kirchner podría apelar el fallo ante tribunales superiores, que podrían tardar años en llegar a un veredicto final.
“Esta es probablemente la maniobra de corrupción más grande que ha conocido el país”, dijo Luciani al defender el fallo que ha desatado nuevas tensiones políticas en el país sudamericano.
En Twitter, Fernández de Kirchner, quien testificó ante un tribunal en 2019, dijo que se enfrenta a un “escuadrón de la muerte judicial mediático” y “no a un tribunal constitucional”.
La expresidenta agregó que no se le dio la oportunidad de declarar sobre nuevos elementos en el caso y presentará su defensa en las redes sociales el martes.
El presidente argentino, Alberto Fernández, condenó la decisión en Twitter y calificó la decisión en un comunicado como un caso de persecución judicial.
“Ninguna de las acciones atribuidas al expresidente ha sido probada”, dice el comunicado.
El fiscal general también solicitó la inhabilitación vitalicia de Fernández de Kirchner para ejercer cargos públicos.
Y la televisión local mostró, más tarde el lunes, que la policía local dispersó a decenas de manifestantes frente a la casa de Kirchner en la capital, Buenos Aires, en campamentos en contra y en apoyo a la petición del fiscal.
La investigación busca determinar si ella y otros funcionarios de su gobierno favorecieron a las empresas del empresario Lázaro Báez en procesos de licitación de decenas de obras públicas en la región sur de la Patagonia, muchas de las cuales estaban sobrevaluadas o incompletas.
Muchos expertos dudan que el capital supuestamente transferido hubiera vuelto a manos de la familia Kirchner a través de sus empresas.
Información adicional de Nicholas Misculin y Jorge Otaola; Editado por Margarita Choi, Stephen Coates y Sam Holmes
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